LA LECTURA DIGITAL
Una de las consecuencias
de la popularización del acceso a Internet y el uso de los computadores
personales en los hogares es el desplazamiento del medio lectura. La pantalla,
cada vez más amplia y nítida, con una inmensa gama de colores, con el tamaño de
las fuentes ajustable a discreción es superior indiscutiblemente a la hoja de
papel rígida, monocromática y pesada, reducida a un formato único. Hay
otros factores que dejan al libro en desventaja. El lector de la pantalla no está
amarrado ni comprometido con el texto. Si no le gusta puede “scroliarlo”; si
tiene un interés específico, puede apoyarse en las herramientas de búsqueda; el
texto digital puede venir con ayudas de acceso directo a las referencias o
indirecto por medio de pantallas auxiliares donde se desplieguen imágenes,
ilustraciones, mapas, videos, relacionados con el texto, todos sin el
condicionamiento y la limitación del formato del papel. Es decir, pensar que la
lectura digital no arrollará a la lectura de libros de papel es negar los
hechos palpables.
Es natural que se
presente el síndrome de la resistencia al cambio, según Nicholas Carr, en su
artículo ¿Is Google making us stupid? publicado en el Magazine Atlantic
Monthly de julio, esto mismo ocurrió con la invención de la imprenta por
Gutemberg en el siglo 15. Dice que el humanista italiano Hieronimo Squarciafico
estaba preocupado porque la facilidad de conseguir los libros llevaría a la
pereza intelectual y haría a los hombres “menos estudiosos”. Otros argumentaban
contra los libros baratos diciendo y previendo acertadamente que se debilitaría
la autoridad religiosa, y se minaría el valor de los trabajos de los estudiosos.
Cabe recordar que la difusión masiva de la Biblia gracias a la imprenta, fue
una de las causas de la Reforma emprendida por Martín Lutero, al haberse podido
leer directamente el Libro de Verdad por los legos y los religiosos menores,
eliminando los intérpretes y los exégetas.
Contra la lectura
digital se están presentando otro tipo de sofismas. El conocimiento profundo
solo se adquiere a través de la lectura de libros. La incomodidad de hacer
anotaciones, que es falso, en los textos de pantallas, las diferencias de los
espacios entre la lectura en un sillón confortable en un espacio tranquilo,
donde el libro es prácticamente “acariciado” frente a la lectura en un
escritorio atiborrado de papeles con impresiones parciales en hojas recicladas,
mugs, ceniceros y avisos de mensajes que llegan al chat y de recordatorios de
tareas pendientes que asoman imprudentemente a la pantalla, rompen las
asociaciones inteligentes de la lectura y dejan un conocimiento del que no se
sacan inferencias que son en últimas las que arraigan en el lector lo
aprendido. Es lo que algunos pedagogos llaman lectura en profundidad que
dicen es indistinguible del pensamiento en profundidad. El punto es que tanto
la lectura como en pensamiento profundos nada tienen que ver con el conocimiento
eficiente que reside en los documentos de la red (la nube). Lo único necesario
de aprender es camino para llegar a la información.
El problema es que la tendencia de la lectura en pantallas no tiene la
menor posibilidad de detenerse. Ya no es sólo la lectura de los textos en
Internet, hay también progresos tecnológicos en los teléfonos celulares, con
los mensajes de texto; aparatos livianos y resistentes (USB,
Kindle) para transporte de información digital que permiten la
lectura de gran número de libros en formato de e-text, sin restricciones del
sitio donde se usen; que siguen poniendo al libro a la defensiva. Esta vez
desde el punto de vista la ubiquidad. Finalmente están emergiendo sitios
undergrown para compartir libros, especialmente textos universitarios
costosos, que amenazan a la industria editorial en la misma forma que
ocurrió con las casas disqueras y la popularización del formato Mp3. El formato
de intercambio que más auge está adquiriendo es el pdf, acogido como estándar
internacional hace poco, porque conserva la fidelidad al texto de libro
original con preservación de las fuentes, paginación, colores e
imágenes. Hay también intentos de almacenamientos masivos como el de
Google.Books, el proyecto Gutemberg, la biblioteca Cervantes e intentos
fallidos como el de Microsoft (search book) que arrasó en un día la
estructura de un trabajo de digitalización de cerca de un millón de libros
hecha durante tres años.
La escritura digital
En el frente paralelo de la escritura digital es
mucho más notable esta tendencia. No creo que haya escritor alguno que utilice
la pluma como medio para expresar sus pensamientos y que ninguno se esclavice a
los ruidosos teclados de las máquinas de escribir cuya existencia también está amenazado,
por lo menos como mueble del hogar. Yo creo que la última que tuve fue hace
veinte años. Las libretas de apuntes es otro accesorio personal amenazado ante
la capacidad memorias electrónicas de los teléfonos celulares. El uso de
los teclados virtuales, por supuesto, afecta la conformación de las ideas.
Cada vez se tiende a un idioma taquigráfico y directo, sin espacios para
divagaciones, metáforas y adjetivos, e inclusive se ha generado una grafía
propia de los internautas donde los educadores apenas alcanzan a entender el significado
de los escritos y se ven excluidos de las nuevas corrientes idiomáticas de sus
alumnos.
La falta de un plan
compresivo en la educación
El sistema educativo liderado por los sindicatos de
educadores, por lo menos en Colombia (también en los Estados Unidos), no tiene
un plan comprensivo para incorporar la nueva tecnología. Los esfuerzos del
gobierno son incoherentes, es mi parecer, puesto que regala bibliotecas
digitales y computadores en los colegios públicos sin capacitar sistemática y
obligatoriamente a los docentes atornillados a sus puestos por los pactos
colectivos.
En otros casos una élite de los dirigentes
gubernamentales piensa en la solución de los problemas desde los libros de las
enseñanzas extranjeras y que la cultura digital se adquiere por ósmosis del
contacto de la piel con el aire, basta ver el caso del caos que se presentó con
el diligenciamiento de un formulario, que puso al descubierto la incapacidad
logística, tecnológica y de planeación cuando un millón de microempresarios
colombianos se vieron obligados a presentar un formulario digital oficial.
Aunque este hecho es marginal al tema demuestra como el sistema educativo no
tuvo efecto en esa gran proporción de la población por lo menos para encarar
esta nueva obligación. Lo digital todavía está out del pensum educativo. El
analfabetismo funcional digital no existe como problema porque no se cuenta con
él.
El vacío de información sobre la lectura y la
escritura digital destroza y deja sin piso las mediciones que sobre
lectura se hacen de manera oficial. No tiene sentido la estadística
sobre el número de libros leídos en el último año, ni de libros que
haya en los anaqueles de los hogares, ni de los consultados en las
bibliotecas públicas. No conozco estadísticas sobre el número de mensajes
leídos, ni la cantidad de textos digitados en los chats, celulares e internet.
Ahí es donde está la acción.
Los buscadores
Internet con la profusión de páginas creó el
problema de localizar la información; como solución al mismo aparecieron los
buscadores que ponen al alcance del lector virtual miles de documentos con las
palabras consultadas. Las estadísticas de estas palabras crean un patrón de los
intereses del usuario que retroalimenta las bases de datos de las empresas
propietarias de los motores de búsqueda y les permite refinar con esta
información, los algoritmos de los programas para perfeccionar las opciones de
respuesta. Google, buscador dominante, logró gracias a la aplicación de las
matemáticas, en las que son expertos sus fundadores Sergey Brin and Larry
Page, transformar el uso de la red un paso adelante del dieron Vinton Cerf
y Robert Kahn con el invento de Internet. Ahora se puede decir que existe en
esos motores una inteligencia artificial que simplifica el acceso al
conocimiento, que redirecciona la intención del buscador al quedar como única
“verdad revelada” el listado de opciones de la máquina. El lector virtual se
acomoda al buscador y queda convencido que ya tiene a su alcance “todo sobre
todo”. Las disputas sobre el uso de la información de referencia de, por
ejemplo, los periódicos con Google, o las censuras de gobiernos (el chino:
directamente a los programas de búsqueda, el cubano: restringiéndolo al
público) a los accesos, muestran que la tendencia de su uso es arrolladora y que
esta puede desestabilizar el control oficial de “la verdad” en las
sociedades monocromáticas; el gobierno de los talibanes en Afganistán fue más
al fondo y destruyó todos los equipos, incluidos los video reproductores.
Hacia el futuro en la medida en que refinen los
programas terminaremos con servicios que ofrecerán y entregarán la información
intuitivamente con el simple encendido del computador. Adobe con su programa
Acrobat creó otro monstruo de búsqueda en los documentos de su formato PDF. Se
puede encontrar una línea de texto en un documento o en cientos de ellos y
llegar a ella y al contenido adyacente, sin necesidad de recorrer las páginas.
También por medio hiperlinks desde los índices se puede llegar de un click a la
página referida. El lector virtual queda relevado de lo irrelevante a la
búsqueda de su interés, se priva voluntariamente de leer el contenido que la
soporta.
El buscador es pues una herramienta de poder
que doblega la voluntad del lector, desestimula todo esfuerzo posterior. Que
esto esté llevando a la estupidez, como se pregunta Nicholas en su artículo o
simplemente que las nuevas generaciones están abrazando la tecnología con
un enfoque que las anteriores son incapaces de entender en el alcance y sienten
que los métodos y paradigmas anteriores sobre la trasmisión del conocimiento
fueron superados, será dilucidado en los efectos en la sociedad a largo plazo.
Es necesario redefinir los conceptos de felicidad y libertad.
Del
escrito a la imagen
“Una imagen vale más que mil palabras”
Este refrán ha sido acogido fielmente en Internet,
los despliegues fotográficos están inundando los periódicos, revistas en sus
ediciones online, los blogs escritos por profesionales contienen una profusión
de imágenes, precisas, raras y preciosas que superan a las
enciclopedias. La economía del costo de publicación de la fotografía digital,
arruinó la industria de la impresión en papel químico; la facilidad del manejo
del archivo y la publicación, permitió expresar la potencialidad
artística de miles de fotógrafos; la simplicidad de los equipos, reducidos
en su tamaño, con capacidades cada vez mayores en cuanto a la calidad técnica,
hacen de cada evento una fuente de material gráfica donde a falta del don de la
palabra, se tiene la compensación del don de la imagen. Por último, “la nube”
abrió espacios ilimitados al almacenamiento y a lectores donde el
aficionado, privilegiado por la oportunidad, puede compartir y hacer público su
testimonio gráfico. El internauta tiene a su alcance millones de imágenes para
su deleite, pero también para su perdición pues la contemplación desplaza a la
lectura. Esta fotografía de BCBbits es una mis favoritas que puedo contemplar
sin fatiga por largo tiempo.
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