miércoles, 3 de julio de 2013

LA LECTURA DIGITAL

LA LECTURA DIGITAL
Una de las consecuencias de la popularización del acceso a Internet y el uso de los computadores personales en los hogares es el desplazamiento del medio lectura. La pantalla, cada vez más amplia y nítida, con una inmensa gama de colores, con el tamaño de las fuentes ajustable a discreción es superior indiscutiblemente a la hoja de papel rígida, monocromática y pesada, reducida a un formato único. Hay otros factores que dejan al libro en desventaja. El lector de la pantalla no está amarrado ni comprometido con el texto. Si no le gusta puede “scroliarlo”; si tiene un interés específico, puede apoyarse en las herramientas de búsqueda; el texto digital puede venir con ayudas de acceso directo a las referencias o indirecto por medio de pantallas auxiliares donde se desplieguen imágenes, ilustraciones, mapas, videos, relacionados con el texto, todos sin el condicionamiento y la limitación del formato del papel. Es decir, pensar que la lectura digital no arrollará a la lectura de libros de papel es negar los hechos palpables.
Es natural que se presente el síndrome de la resistencia al cambio, según Nicholas Carr, en su artículo ¿Is Google making us stupid? publicado en el Magazine Atlantic Monthly de julio, esto mismo ocurrió con la invención de la imprenta por Gutemberg en el siglo 15. Dice que el humanista italiano Hieronimo Squarciafico estaba preocupado porque la facilidad de conseguir los libros llevaría a la pereza intelectual y haría a los hombres “menos estudiosos”. Otros argumentaban contra los libros baratos diciendo y previendo acertadamente que se debilitaría la autoridad religiosa, y se minaría el valor de los trabajos de los estudiosos. Cabe recordar que la difusión masiva de la Biblia gracias a la imprenta, fue una de las causas de la Reforma emprendida por Martín Lutero, al haberse podido leer directamente el Libro de Verdad por los legos y los religiosos menores, eliminando los intérpretes y los exégetas.
Contra la lectura digital se están presentando otro tipo de sofismas. El conocimiento profundo solo se adquiere a través de la lectura de libros. La incomodidad de hacer anotaciones, que es falso, en los textos de pantallas, las diferencias de los espacios entre la lectura en un sillón confortable en un espacio tranquilo, donde el libro es prácticamente “acariciado” frente a la lectura en un escritorio atiborrado de papeles con impresiones parciales en hojas recicladas, mugs, ceniceros y avisos de mensajes que llegan al chat y de recordatorios de tareas pendientes que asoman imprudentemente a la pantalla, rompen las asociaciones inteligentes de la lectura y dejan un conocimiento del que no se sacan inferencias que son en últimas las que arraigan en el lector lo aprendido. Es lo que algunos pedagogos llaman lectura en profundidad que dicen es indistinguible del pensamiento en profundidad. El punto es que tanto la lectura como en pensamiento profundos nada tienen que ver con el conocimiento eficiente que reside en los documentos de la red (la nube). Lo único necesario de aprender es camino para llegar a la información.
El problema es que la tendencia de la lectura en pantallas no tiene la menor posibilidad de detenerse. Ya no es sólo la lectura de los textos en Internet, hay también progresos tecnológicos en los teléfonos celulares, con los mensajes de texto; aparatos livianos  y resistentes (USB, Kindle) para transporte de información digital que permiten la lectura de gran número de libros en formato de e-text, sin restricciones del sitio donde se usen; que siguen poniendo al libro a la defensiva. Esta vez desde el punto de vista la ubiquidad. Finalmente están emergiendo sitios undergrown para compartir libros, especialmente textos universitarios costosos, que amenazan a la industria editorial en la misma forma que ocurrió con las casas disqueras y la popularización del formato Mp3. El formato de intercambio que más auge está adquiriendo es el pdf, acogido como estándar internacional hace poco, porque conserva la fidelidad al texto de libro original con preservación de las fuentes, paginación, colores e imágenes. Hay también intentos de almacenamientos masivos como el de Google.Books, el proyecto Gutemberg, la biblioteca Cervantes e intentos fallidos como el de Microsoft (search book) que arrasó en un día la estructura de un trabajo de digitalización de cerca de un millón de libros hecha durante tres años.
La escritura digital
En el frente paralelo de la escritura digital es mucho más notable esta tendencia. No creo que haya escritor alguno que utilice la pluma como medio para expresar sus pensamientos y que ninguno se esclavice a los ruidosos teclados de las máquinas de escribir cuya existencia también está amenazado, por lo menos como mueble del hogar. Yo creo que la última que tuve fue hace veinte años. Las libretas de apuntes es otro accesorio personal amenazado ante la capacidad memorias electrónicas de los teléfonos celulares. El uso de los teclados virtuales, por supuesto, afecta la conformación de las ideas. Cada vez se tiende a un idioma taquigráfico y directo, sin espacios para divagaciones, metáforas y adjetivos, e inclusive se ha generado una grafía propia de los internautas donde los educadores apenas alcanzan a entender el significado de los escritos y se ven excluidos de las nuevas corrientes idiomáticas de sus alumnos.
La falta de un plan compresivo en la educación
El sistema educativo liderado por los sindicatos de educadores, por lo menos en Colombia (también en los Estados Unidos), no tiene un plan comprensivo para incorporar la nueva tecnología. Los esfuerzos del gobierno son incoherentes, es mi parecer, puesto que regala bibliotecas digitales y computadores en los colegios públicos sin capacitar sistemática y obligatoriamente a los docentes atornillados a sus puestos por los pactos colectivos.
En otros casos una élite de los dirigentes gubernamentales piensa en la solución de los problemas desde los libros de las enseñanzas extranjeras y que la cultura digital se adquiere por ósmosis del contacto de la piel con el aire, basta ver el caso del caos que se presentó con el diligenciamiento de un formulario, que puso al descubierto la incapacidad logística, tecnológica y de planeación cuando un millón de microempresarios colombianos se vieron obligados a presentar un formulario digital oficial. Aunque este hecho es marginal al tema demuestra como el sistema educativo no tuvo efecto en esa gran proporción de la población por lo menos para encarar esta nueva obligación. Lo digital todavía está out del pensum educativo. El analfabetismo funcional digital no existe como problema porque no se cuenta con él.
El vacío de información sobre la lectura y la escritura digital destroza y deja sin piso las mediciones que sobre lectura se hacen de manera oficial. No tiene sentido la estadística sobre el número de libros leídos en el último año, ni de libros que haya en los anaqueles de los hogares, ni de los consultados en las bibliotecas públicas. No conozco estadísticas sobre el número de mensajes leídos, ni la cantidad de textos digitados en los chats, celulares e internet. Ahí es donde está la acción.
Los buscadores
Internet con la profusión de páginas creó el problema de localizar la información; como solución al mismo aparecieron los buscadores que ponen al alcance del lector virtual miles de documentos con las palabras consultadas. Las estadísticas de estas palabras crean un patrón de los intereses del usuario que retroalimenta las bases de datos de las empresas propietarias de los motores de búsqueda y les permite refinar con esta información, los algoritmos de los programas para perfeccionar las opciones de respuesta. Google, buscador dominante, logró gracias a la aplicación de las matemáticas, en las que son expertos sus fundadores Sergey Brin and Larry Page, transformar el uso de la red un paso adelante del dieron Vinton Cerf y Robert Kahn con el invento de Internet. Ahora se puede decir que existe en esos motores una inteligencia artificial que simplifica el acceso al conocimiento, que redirecciona la intención del buscador al quedar como única “verdad revelada” el listado de opciones de la máquina. El lector virtual se acomoda al buscador y queda convencido que ya tiene a su alcance “todo sobre todo”. Las disputas sobre el uso de la información de referencia de, por ejemplo, los periódicos con Google, o las censuras de gobiernos (el chino: directamente a los programas de búsqueda, el cubano: restringiéndolo al público) a los accesos, muestran que la tendencia de su uso es arrolladora y que esta puede desestabilizar el control oficial de “la verdad” en las sociedades monocromáticas; el gobierno de los talibanes en Afganistán fue más al fondo y destruyó todos los equipos, incluidos los video reproductores.
Hacia el futuro en la medida en que refinen los programas terminaremos con servicios que ofrecerán y entregarán la información intuitivamente con el simple encendido del computador. Adobe con su programa Acrobat creó otro monstruo de búsqueda en los documentos de su formato PDF. Se puede encontrar una línea de texto en un documento o en cientos de ellos y llegar a ella y al contenido adyacente, sin necesidad de recorrer las páginas. También por medio hiperlinks desde los índices se puede llegar de un click a la página referida. El lector virtual queda relevado de lo irrelevante a la búsqueda de su interés, se priva voluntariamente de leer el contenido que la soporta.
El buscador es pues una herramienta de poder que doblega la voluntad del lector, desestimula todo esfuerzo posterior. Que esto esté llevando a la estupidez, como se pregunta Nicholas en su artículo o simplemente que las nuevas generaciones están abrazando la tecnología con un enfoque que las anteriores son incapaces de entender en el alcance y sienten que los métodos y paradigmas anteriores sobre la trasmisión del conocimiento fueron superados, será dilucidado en los efectos en la sociedad a largo plazo. Es necesario redefinir los conceptos de felicidad y libertad.
Del escrito a la imagen
Una imagen vale más que mil palabras

Este refrán ha sido acogido fielmente en Internet, los despliegues fotográficos están inundando los periódicos, revistas en sus ediciones online, los blogs escritos por profesionales contienen una profusión de imágenes, precisas, raras y preciosas que superan a las enciclopedias. La economía del costo de publicación de la fotografía digital, arruinó la industria de la impresión en papel químico; la facilidad del manejo del archivo y la publicación, permitió expresar la potencialidad artística de miles de fotógrafos; la simplicidad de los equipos, reducidos en su tamaño, con capacidades cada vez mayores en cuanto a la calidad técnica, hacen de cada evento una fuente de material gráfica donde a falta del don de la palabra, se tiene la compensación del don de la imagen. Por último, “la nube” abrió espacios ilimitados al almacenamiento y a lectores donde el aficionado, privilegiado por la oportunidad, puede compartir y hacer público su testimonio gráfico. El internauta tiene a su alcance millones de imágenes para su deleite, pero también para su perdición pues la contemplación desplaza a la lectura. Esta fotografía de BCBbits es una mis favoritas que puedo contemplar sin fatiga por largo tiempo.

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